Muchas de nosotras aprendimos que podemos recurrir a la manipulación para sentirnos amadas o para recibir atención. Además, si tienes un pasado sexual o estás cayendo en pecado sexual constantemente, sentirás que el sexo te da una sensación “poder” sobre ti misma y sobre otras personas.

Recibir amor a cambio de sexo es dañino y peligroso para tu corazón y para tus relaciones. Sin darte cuenta, sentirás que no eres más que un objeto para las personas que te han rodeado.

El sexo a cambio de amor, también te imposibilita de tener amistades reales. Quizá puedas descubrir que no sabes cómo tratar a un hombre y que la única opción que tienes para entablar una relación con él es a través del sexo.

Posiblemente has llegado al punto de no poder tener relaciones masculinas sanas porque en algún momento “ellos” confunden tu amistad con algo más.

Te quiero compartir una historia de la Biblia que ilustra este punto de forma increíble. En Génesis 29 se nos relata la historia de Jacob y de cómo llegó a tener a dos esposas. Jacob amaba a Raquel y en el día de la boda, cambiaron a Raquel por su hermana Lea así que Jacob se casó con Lea y no con la mujer que él amaba. Una semana después, se casó con Raquel y así llegó a tener dos esposas en tan sólo 7 días.

Cuando el Señor vio que Lea no era amada, le concedió que tuviera hijos, pero Raquel no podía concebir.  Así que Lea quedó embarazada y dio a luz un hijo, a quien llamó Rubén, porque dijo: El Señor se ha dado cuenta de mi sufrimiento, y ahora mi esposo me amará. Génesis 29:31-32 NTV

Observa el significado del nombre del primer hijo de Lea:”… ahora mi esposo me amará.” No puedes hacer que alguien te ame ofreciendo tu sexualidad.

Al poco tiempo, volvió a quedar embarazada y dio a luz otro hijo, a quien llamó Simeón, porque dijo: El Señor oyó que yo no era amada y me ha dado otro hijo. Génesis 29:33 NTV

La alegría del bebé pasó muy rápido. Lamentablemente Lea necesito quedar embarazada nuevamente para volver a sentir que su esposo la amaba.

¿No te suena familiar la historia? Ofreces tu sexualidad y en ese momento parece que todo está bien. Tienes al hombre que deseas, te sientes deseada, atractiva, amada, etc. Se termina el momento “sexual” y descubres que no queda nada más.

Cuando esto pasa, necesitarás ofrecerte nuevamente para volver a sentir esa sensación de “poder” y el ciclo se repetirá.

Después quedó embarazada por tercera vez y dio a luz otro hijo. Lo llamaron Leví, porque ella dijo: Ciertamente esta vez mi esposo sentirá cariño por mí, ya que le he dado tres hijos. Génesis 29:34 NTV

Podrías repetir la historia las veces que desees pero el resultado siempre será el mismo. Ninguna persona tiene la capacidad de llenar tu corazón, especialmente si la persona no vive los principios de Dios. Ningún hombre que diga conocer a Dios pero te busca para tener relaciones sexuales será capaz de llenar tu corazón.

Una vez más Lea quedó embarazada y dio a luz otro hijo, a quien llamó Judá, porque dijo: ¡Ahora alabaré al Señor! Y entonces dejó de tener hijos. Génesis 29:35 NTV

Me impresiona la frase “… y entonces dejó de tener hijos”. ¿Sabes qué creo que pasó con Lea? Finalmente pudo reconocer que debía enfocar su mirada en Cristo y no en el amor de su esposo Jacob y cuando comprendió este punto, ya no necesitó tener más hijos para sentirse amada. Con Dios era más que suficiente.

Parte del proceso de recuperación es aprender a tener intimidad relacional sin llegar a tener intimidad sexual (no es lo mismo, por cierto). La intimidad relacional debe estar enfocada a diferentes personas, mujeres y hombres.

¿Mujeres también? Así es, examina cuidadosamente tus amistades femeninas. Quizá son las que te proveen del pecado sexual o las que te cubren delante de tu familia para que no descubran tu doble vida.

Me ha impresionado que Dios nos configuró para anhelar sentirnos amadas tanto por hombres como por mujeres. De otra forma, no hubiera creado hombre y mujer desde un inicio.  Necesitas amor de mujeres y de hombres, necesitas relaciones sanas.

La esperanza que tenemos en Cristo es que siempre tendremos una oportunidad de volver a empezar si con humildad reconocemos que necesitamos cambiar.

Quizá no aprendiste de niña cómo tener intimidad relacional. Tu padre no hablaba de los problemas en casa o bien tu madre nunca se acercó a tu persona para saber cómo estabas y juntas tener una conversación. Lo bueno, es que puedes aprender y empezar nuevamente. Se puede aprender lo que nunca se aprendió, se puede volver a empezar.

Si te has sentido identificada con esta nota, considera necesario pasar por un proceso de sanidad y restauración. Busca ayuda hoy.