La Biblia nos enseña que hay una diferencia entre arrepentimiento mundano, y arrepentimiento a la manera de Dios. El primer tipo de arrepentimiento es una tristeza basada en nuestro orgullo herido por haber fallado, o en el miedo a lo que otros opinen sobre nuestro pecado. Esa tristeza no dura mucho tiempo.

Pero el arrepentimiento genuino es una emoción que sí nos ayuda a dejar el pecado. Es la tristeza por haber ofendido a Dios, y se caracteriza por que produce un deseo profundo de cambiar y regresar a Él.

La Biblia nos enseña cuál es la fuente de donde viene esta tristeza a la manera de Dios:

En el siguiente pasaje del libro bíblico llamado Hechos, el apóstol Pedro está respondiendo a los nuevos creyentes judíos. Éstos lo estaban criticando porque él estaba predicando el evangelio a los no judíos, a los que llamaban gentiles.

Pedro les dice que ellos no pueden jactarse de nada, y les indica quién ha sido en realidad el que ha dado el regalo de arrepentimiento, tanto a ellos judíos como a los gentiles, sin hacer distinción:

Por tanto, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros al creer en el Señor Jesucristo, ¿quién soy yo para pretender estorbar a Dios? Al oír esto, se apaciguaron y alabaron a Dios diciendo:

—¡Así que también a los gentiles les ha concedido Dios el arrepentimiento para vida! Hechos 11:17-18 NBD

¡Así es! Dios es quien concedió el regalo del arrepentimiento a quienes escuchaban la predicación del apóstol Pedro, y Dios es quien sigue dando ese regalo.

Aprendamos a continuación tres maneras en las que Dios nos da el regalo del arrepentimiento genuino.

  1. Dios nos da arrepentimiento cuando se lo pedimos directamente en oración.

El rey David era un hombre recto e íntegro. Sin embargo, uno de los episodios más difíciles de su vida fue cuando mató a su amigo Urías. Lo hizo para que no descubriera que se había acostado con la esposa de éste, Betsabé, mientras Urías peleaba en la guerra. No solamente Betsabé quedó embarazada y viuda, sino que el niño murió poco tiempo después de nacer. (2 Samuel 11).

Cuando el profeta Natán confrontó a David con su pecado, él oró a Dios pidiendo arrepentimiento. El salmo 51 registra esas palabras:

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me alejes de tu presencia
ni me quites tu santo Espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación;
que un espíritu obediente me sostenga.

Salmos 51:10-12 NBD

¿Necesitas hacer tú una oración similar?

  1. Dios nos guía al arrepentimiento deteniendo las consecuencias por un tiempo, para darnos otra oportunidad.

Leamos el siguiente pasaje de la carta del apóstol Pablo a la iglesia en Roma:

Dios es muy bueno, y tiene mucha paciencia, y soporta todo lo malo que ustedes hacen. Pero no vayan a pensar que lo que hacen no tiene importancia. Dios los trata con bondad, para que se arrepientan de su maldad. Pero si insisten en desobedecerlo, y no se arrepienten, harán que Dios les aumente el castigo. Llegará el día del juicio final, cuando Dios juzgará a todos, y muy enojado, los castigará a ustedes. Romanos 2:4-5 TLA

A veces interpretamos la bondad de Dios como indiferencia, o concluimos que Dios no se da cuenta de lo que hacemos.

La Biblia nos dice que la paga del pecado es muerte. Si Dios no nos ha dado la muerte que merecemos, es porque nos está dando oportunidades para arrepentirnos.

¿Necesitas reconocer que esa “paz” que estás viviendo junto con tu pecado, podría ser la paciencia de Dios contigo, antes de desatar sus consecuencias sobre tu vida?

  1. Dios nos lleva al arrepentimiento a través de la corrección de nuestros líderes.

Leamos parte de una carta que escribió el apóstol Pablo a su amigo Timoteo:

Y un siervo del Señor no debe andar en peleas; al contrario, debe ser bueno con todos. Debe ser apto para enseñar; debe tener paciencia y corregir con corazón humilde a los rebeldes, esperando que Dios haga que se vuelvan a él y conozcan la verdad, a fin de que se despierten y escapen de la trampa en que el diablo los tiene presos para hacer de ellos lo que quiera. 2 Timoteo 2:25-26 DHH

Cuando un líder te corrige, está abriendo una oportunidad en tu vida para que regreses a Dios y conozcas la verdad.

¿Has ignorado a algún líder que te llamó la atención sobre tu pecado sexual? ¿Escuchaste alguna prédica que te animó a confesar tu pecado, pero fuiste desobediente en hacerlo?

¡Oramos para que estas preguntas te ayuden a reflexionar y regresar a Dios en arrepentimiento!