La mayor parte de mi trabajo actual de consejería es con hombres que se han separado de su esposa por la infidelidad de ella.

Conforme su proceso de recuperación avanza, surge la idea de casarse de nuevo. Esa es en sí misma una idea muy sana. También es una idea que tiene consideraciones especiales en la práctica.

Acepto que hay muchas aristas que discutir acerca de lo que la Biblia dice sobre divorcio y nuevo matrimonio. Esta no será la ocasión en la que hablaremos de esos temas. En esta nota solamente te invito a contemplar un escenario específico:

Me refiero a los hombres que quieren empezar una nueva relación después de haber vivido la infidelidad de su esposa, y se definen como “estoy separado (pero no divorciado)”.

En mi opinión el estado “separado pero no divorciado” es el más vulnerable para que un hombre caiga en pecado sexual. La razón de esta susceptibilidad al pecado es que no hay necesidad de establecer un compromiso a largo plazo. No el mismo compromiso con la santidad y la exclusividad que requiere un matrimonio. Este escenario también falla en representar el modelo de fidelidad que Dios pone como ejemplo entre Él y la Iglesia como esposa. Es un estado que involucra tres personas en vez de dos. Incluso puede ser peor, si hombre y mujer se consideran “separados pero no divorciados” y cada uno tiene aparte su propio cónyuge.

Los escritores de la Biblia insisten en que solamente es posible un matrimonio entre dos personas:

Pero en vista de tanta inmoralidad, cada hombre debe tener su propia esposa, y cada mujer su propio esposo. El hombre debe cumplir su deber conyugal con su esposa, e igualmente la mujer con su esposo. La mujer ya no tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposo. Tampoco el hombre tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposa. No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo, y sólo por un tiempo, para dedicarse a la oración. No tarden en volver a unirse nuevamente; de lo contrario, pueden caer en *tentación de Satanás, por falta de dominio propio. Ahora bien, esto lo digo como una concesión y no como una orden. 1 Corintios 7:2-6 NBD

Aunque este pasaje se refiere a “separación temporal por mutuo acuerdo de oración”, la Biblia entera llama a la reconciliación en tiempos de separación por motivo de conflicto (Mt. 5:23-24).

Arriesgando ser repetitivo, te invito a considerar de nuevo y despacio la idea:

Estar separado de tu esposa (significando que no se ha finalizado un proceso de divorcio) significa que sigues casado. Estar separado de tu pareja pero no divorciado no te permite tener un noviazgo. Si tienes esposa o esposo, y también tienes novia o novio, ante Dios sigue siendo adulterio.

Considera que ni la ley de Dios ni la ley civil permiten tener otro matrimonio si ya estás en uno. Al menos en nuestro país la ley civil permite acuerdos de separación. Pero se hacen con el fin de establecer un orden para la manutención de los hijos y la administración de los bienes. Pero un acuerdo de separación no equivale a que tu estado civil haya cambiado. En sentido estricto, un acuerdo legal de separación no equivale a una licencia matrimonial.

Otro argumento es “si tengo novia formal, al fin mi esposa se verá orillada a darme el divorcio”. Si vas a buscar el divorcio debería ser con un corazón limpio, bajo consejería y obediencia a la Biblia. El objetivo debe ser empezar una nueva vida en santidad. Pero usar a otra persona para manipular la decisión de tu esposa es algo cruel. Es difícil esperar la bendición de Dios en una relación cuya motivación tiene intenciones ocultas.

Deseo con todas mis fuerzas ver la restauración de los hombres que han vivido la infidelidad de su esposa. Eso significa reconciliados con su esposa o empezando un segundo matrimonio. Por eso me quiebro por dentro cuando veo la cara de felicidad de un amigo cristiano “separado” que me cuenta de su nueva novia, y debo recordarle que aún  tiene esposa. No encuentro argumento bíblico para darle vuelta a esto.

Esfuérzate por obedecer la ley de tu país y la ley de Dios con respecto a tu estado civil. Busca la bendición pastoral en tu relación por parte de una iglesia. Hay opciones para salir del estancamiento del proceso de divorcio. Pero empezar una relación de pecado nunca será una de ellas. Empezando una siguiente relación en pecado nunca traerá restauración ni bendición.