¿Alguna vez has pensado por qué no puedes ser feliz en una relación sentimental? Probablemente tengas en mente que necesitas a un hombre para estar bien o por lo menos para tener la vida que Dios preparó para ti. Pero, ¿por qué todo sale mal? Quizá empiezas una relación y a los pocos meses todo se arruina.

¿Has considerado por qué te encuentras una y otra vez en este patrón relacional que no te deja avanzar?

Déjame ilustrar lo que te menciono con una historia. En el tiempo de la Biblia, el valor de la mujer estaba en su matrimonio; específicamente en el esposo. Una mujer era considerada afortunada si podía concebir hijos, especialmente hijos varones. Su seguridad y su futuro dependían de éstos; esposo e hijos varones.

Nohemí estaba casada con su esposo y tuvo dos hijos hombres. Fueron a vivir a una región lejos de Israel y allí sus hijos se casaron con esposas moabitas. La historia nos cuenta que Noemí perdió a su esposo y luego a sus dos hijos varones. Los tres murieron. ¡Su vida estaba arruinada! Todo lo que para ella era su seguridad se había ido, no tenía nada más que ofrecer.

Noemí decide regresar a Israel y trata de convencer a sus dos nueras para que se queden en Moab:

Sin embargo, ya puestas en camino, Noemí les dijo a sus dos nueras: —Vuelva cada una a la casa de su madre, y que el Señor las recompense por la bondad que mostraron a sus esposos y a mí. Que el Señor las bendiga con la seguridad de un nuevo matrimonio. Entonces les dio un beso de despedida y todas se echaron a llorar desconsoladas.  —No —le dijeron—, queremos ir contigo a tu pueblo.  Pero Noemí respondió: —¿Por qué habrían de continuar conmigo? ¿Acaso puedo tener más hijos que crezcan y sean sus esposos? No, hijas mías, regresen a la casa de sus padres, porque ya soy demasiado vieja para volverme a casar. Aunque fuera posible, y me casara esta misma noche y tuviera hijos varones, entonces, ¿qué? ¿Esperarían ustedes hasta que ellos crecieran y se negarían a casarse con algún otro? ¡Por supuesto que no, hijas mías! La situación es mucho más amarga para mí que para ustedes, porque el Señor mismo ha levantado su puño contra mí. Rut 1:8-13 NTV

¿Puedes contar cuántas veces Nohemí usa las palabras “esposos, matrimonio, casarse, hijos varones”? Esta corta conversación se enfoca en la necesidad de tener a un hombre a su lado para estar bien.

¿No te has sentido de esta forma? Con una necesidad exagerada de tener a un hombre a la par. Lo que sucede cuando creemos  “necesitar” de un hombre para estar bien es similar a lo que le sucedió a Nohemí; todos terminan yéndose. ¿Cierto? No es que todos se mueran, pero sí parece que al final todos te abandonan.

La verdad es que el amor que deseas está fuera de tu alcance. Ningún ser humano tiene capacidad de amar genuinamente y sin lastimarnos. Es por eso que tu esperanza nunca debe estar puesta en una relación sentimental; eso no te hará feliz ni plena… nunca.

En la historia de Nohemí, sabemos que Orfa, una de sus nueras, regresó a su pueblo pero Rut decidió quedarse con ella. Ella menciona estas palabras:

Pero Rut respondió: —No me pidas que te deje y regrese a mi pueblo. A donde tú vayas, yo iré; dondequiera que tú vivas, yo viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Rut 1:16 NTV

Rut tenía muchas más posibilidades de casarse que su suegra Noemí y aun sabiendo esto, su respuesta no fue algo como: ¡No te preocupes, allá puedo conseguir a alguien! ¡Yo veré cómo casarme en tu tierra! ¡No! Su respuesta no tuvo absolutamente nada que ver con un hombre a la par, una boda o un matrimonio. Su respuesta fue algo como: yo estoy dispuesta a vivir con lo que venga por delante y estaré satisfecha con ello. Es más, mientras Nohemí olvida involucrar en su discurso a Dios, Rut lo hace con estas palabras: Tu Dios, será mi Dios.

Esa es la respuesta correcta para una mujer que desea una vida plena: Tener a Dios de tu lado es todo lo que necesitas para llenar tu corazón necesitado de amor, cariño, respeto y admiración.

No funciona al revés querida amiga, no es primero tener a un hombre a tu lado para ser feliz y luego buscar a Dios. Primero es tener a Dios a tu lado.

Hoy quiero invitarte a confiar en Dios y en sus promesas para ti. En Él debe estar puesta nuestra mirada y no en el hombre. Te invito a tomar decisiones para encontrar la libertad emocional que deseas, no deposites más tus deseos en un hombre. Si has estado en una relación que involucra el pecado sexual, por favor considera que eso no es lo que necesitas para ser feliz. Necesitas a Cristo y la libertad que su sacrificio en la cruz traen a la vida de cualquier que decida creer en Él.