Quiero ser completamente honesta porque estoy segura que Dios ha estado hablando a mi corazón. Hace poco me llené de miedo seguir avanzando en la restauración de mi vida.

Para gloria de Dios, no soy la misma de antes y reconozco que ha sido Dios quien me ha guiado por el camino correcto de restauración. Fue Dios quien tomó mi mano cuando estaba por hundirme en el lodo. Él puso a las personas correctas a mi lado para encontrar sanidad. Me mostró su amor, misericordia y perdón. Él cambió y transformó mi vida.

Sin embargo, el corazón del ser humano (mi corazón) tiende a desenfocarse. En la Biblia, el profeta Jeremías dice: “El corazón humano es lo más engañoso que hay, y extremadamente perverso”. Es así, mi corazón engañoso tiene la tendencia de desviarse. En los últimos días mi corazón se llenó de temor y desesperanza, parecía como si mi proceso de restauración no era real. Había dolor, duda, inseguridad y muchas cosas más.

Dios es fiel y siempre habla a tiempo, quiero compartirte lo que Él me enseñó:

Cuando los israelitas vieron que Moisés tardaba tanto en bajar del monte, se juntaron alrededor de Aarón y le dijeron:

—Vamos, haznos dioses que puedan guiarnos. No sabemos qué le sucedió a ese tipo, Moisés, el que nos trajo aquí desde la tierra de Egipto. Éxodo 32:1 NTV

Moisés había ido a encontrarse con Dios al monte mientras el pueblo de Israel esperaba su regreso. Moisés no regresaba e Israel empezó a llenarse de temor. Sus palabras me sorprenden: “Haznos dioses que puedan guiarnos”, “no sabemos qué le sucedió al que nos trajo aquí desde la tierra de Egipto”.

¿Qué? ¿Moisés los sacó de Egipto? ¿Él los estaba guiando a la tierra prometida? ¡No! Fue Dios quien con su brazo poderoso lo hizo. Pero su corazón se desvió poniendo la mirada en un hombre y el temor empezó a invadirlos.

La Palabra de Dios iluminó mi entendimiento. ¡Es por eso que siento miedo! ¡Con razón me siento insegura! ¡Esa es la raíz de mis dudas! ¡Se me olvida que es Dios quien me sostiene, quién me guía, quién me rescata!

¿Puedes pensar un momento en el estado de tu corazón? Puede que esté lleno de temores. Entonces te haces preguntas como “¿será que alguien me amará? ¿Será que el dolor que siento se irá? ¿Seré capaz de perdonar a la persona que tanto daño me hizo? ¿Podré dejar el pecado?” Si tratas de encontrar la respuesta en tu interior o en otras personas, ésta jamás llegará. Porque no se trata de ti, ni de las personas que te rodean, ni de las circunstancias. Hay alguien superior a todo eso quién puede rescatarte con mano firme y poderosa cuando reconoces que no puedes sola.

Aarón les respondió:

—Quítenles a sus esposas, hijos e hijas los aretes de oro que llevan en las orejas y tráiganmelos. Todos se quitaron los aretes que llevaban en las orejas y se los llevaron a Aarón. Entonces Aarón tomó el oro, lo fundió y lo moldeó hasta darle la forma de un becerro. Cuando los israelitas vieron el becerro de oro, exclamaron: ¡Oh Israel, estos son los dioses que te sacaron de la tierra de Egipto! Éxodo 32:2-4 NTV

Esto es lo terrible de quitar la mirada de Dios. Buscamos otras personas, otros lugares, otras circunstancias que nos den la seguridad que necesitamos. Quitarle a Dios el lugar que le corresponde es igual a idolatría y es pecado.

He estado pecando en contra de Dios al poner otras cosas en su lugar. Es idolatría cuando un ser humano ocupa el lugar de Dios; cuando deposito mi seguridad en otra persona. Es idolatría cuando busco satisfacción en el pecado, cuando el temor ocupa mi mente a tal grado que ya no hay espacio para Dios.

Me parece interesante que el pueblo de Israel ni siquiera hubiera necesitado de Moisés para llegar a la tierra prometida. Dios había prometido guiarlos y sin duda cumpliría su promesa. Sólo necesitaban a Dios para llegar a su destino. Ni Moisés ni los ídolos tenían la capacidad de protegerlos, guiarlos, alimentarlos, satisfacerlos y demás. Lo mismo pasa en nuestra vida, por eso debemos buscar a Dios, el único que puede darnos plenitud.

Hoy fue un buen día para reconocer mi pecado y volver al camino correcto. Permíteme guiarte en una oración de arrepentimiento para pedirle a Dios que tome su lugar nuevamente:

Señor, vengo delante de ti con un corazón cansado de confiar en las personas y en las circunstancias. Estoy llena de dolor, de temor, inseguridad y miedo. Ahora entiendo que quité mi mirada de Ti, Él único que tiene la capacidad de salvarme y guiarme por el camino correcto.

Me dirijo a ti con un corazón arrepentido y te pido perdón. Perdona mi pecado. He puesto ídolos en mi vida creyendo que ellos me llenaran y por eso me siento vacía. He quitado la mirada de Ti.

Dejo atrás los ídolos y decido volver mis ojos hacia tu hijo Jesucristo quien tiene todo el poder y autoridad para levantar mi vida nuevamente. Confieso que Jesús es quien me pone en el camino correcto y quien guía mi vida día a día. Rindo mi corazón, mis emociones, pensamientos y mi conducta a ti y la someto a la autoridad de Cristo declarando que Él es mi rey y mi todo y no necesito nada más que a Ti.

En el nombre de Jesús, Amén.