A veces reclamamos a Dios que nunca nos habló directamente advirtiéndonos para no caer en pecado sexual. Pero quizás no reconocemos que Dios nos ha hablado a través de una crisis, a través de las consecuencias y del dolor. Nos habla poniéndonos entre la espada y la pared para regresar a Él.

Considera esta historia bíblica:

El Señor les habló a Manasés y a su pueblo, pero no hicieron caso a sus advertencias. De modo que el Señor envió a los comandantes de los ejércitos asirios y tomó a Manasés prisionero. Le pusieron un aro en la nariz, lo sujetaron con cadenas de bronce y se lo llevaron a Babilonia; pero cuando estaba sumido en profunda angustia, Manasés buscó al Señor su Dios y se humilló con sinceridad ante el Dios de sus antepasados. Cuando oró, el Señor lo escuchó y se conmovió por su petición. Así que el Señor hizo que Manasés regresara a Jerusalén y a su reino. ¡Entonces Manasés finalmente se dio cuenta de que el Señor es el único Dios! 2 Crónicas 33:10-13 NTV

Manasés era un rey que hizo lo malo delante de los ojos de Dios; construyó altares a dioses que no eran el verdadero Dios. Él Señor le pidió de diferentes formas que dejara tales conductas sin embargo, Manasés hizo caso omiso a las advertencias. Dios no podía permitir el pecado así que llevó a Manasés a tal punto donde se vio totalmente destruido. Sólo entonces supo que su única salida era regresar al Padre.

Al leer el relato me siento identificada con la actitud de Manasés. Sé que por mucho tiempo el Señor estuvo tratando de llamar mi atención para vivir en pureza pero no obedecí a su voz, o no quise reconocer que me estaba hablando. Fue hasta que en medio de una crisis donde me vi entre la espada y la pared pude entender que no tenía otra opción más que reconocer mi pecado, pedir ayuda y cambiar de estilo de vida. El dolor causado por mi pecado ya era insoportable, era un dolor que se estaba volviendo palpable.

¿Puedes pensar en las veces que has estado en una crisis por causa de tu pecado sexual? Piensa:

  • Las veces que tu familia te ha sorprendido en pecado (o ha estado a punto de descubrirlo).
  • Las veces que has sentido la necesidad de un cambio después de escuchar una prédica.
  • Las oportunidades que has tenido de terminar esa relación de adulterio, y que no has tomado.
  • Las veces que tus planes de pecar han sido frustrados de forma inesperada, por incidentes “raros”.
  • Tus amigos han insistido en recordarte sobre las consecuencias de tener relaciones sexuales con tu novia.

Las situaciones anteriores pudieran ser la voz de Dios diciéndote… ¡Regresa a mí! ¡Arrepiéntete de tu pecado! Lee estas palabras como la promesa de Dios para ponerte a cuentas con Él:

”Vengan ya, vamos a discutir en serio, a ver si nos ponemos de acuerdo. Si ustedes me obedecen, yo los perdonaré. Sus pecados los han manchado como con tinta roja; pero yo los limpiaré. ¡Los dejaré blancos como la nieve! Isaías 1:18 TLA

¿Qué estás esperando? Si deseas posponer tu decisión de dejar el pecado, debes saber que por el amor que te tiene, Dios está dispuesto a llevarte a un punto de sumisión donde no te quede más que reconocer que lo necesitas. No esperes tanto, se hace más difícil salir mientras más te sigas hundiendo.

Y si sientes que ya tocaste fondo te animo a poner los pies en el piso de ese agujero de pecado, para impulsarte hacia arriba, donde la gracia, misericordia y el perdón de Dios te esperan.