Comentaba en una nota previa cómo el evangelio nos expone que el pecado sexual no es el único pecado que nos consume. Nuestra naturaleza pecaminosa tiende a involucrarse en toda clase de maldad. Lee conmigo ahora lo que he aprendido entre la relación entre envidia y lujuria:

15 Pues la envidia y el egoísmo no forman parte de la sabiduría que proviene de Dios. Dichas cosas son terrenales, puramente humanas y demoníacas. 16 Pues, donde hay envidias y ambiciones egoístas, también habrá desorden y toda clase de maldad. Santiago 3:15-16 NTV

Puedo ver cómo a veces la tentación sexual en mi vida puede surgir después de mi envidia.

Si lo piensas, la lujuria siempre es el deseo o avaricia por otra persona que no posees. Es deseo por una persona que ni conoces y que ves en la pornografía, o el deseo por una persona que tal vez sí conoces pero que no es tu esposo o esposa.

Piensa en lo que te revelan personalmente las frases “desean lo que no tienen”, y “desean solamente lo que les dará placer” en el siguiente pasaje:

Desean lo que no tienen, entonces traman y hasta matan para conseguirlo. Envidian lo que otros tienen, pero no pueden obtenerlo, por eso luchan y les hacen la guerra para quitárselo. Sin embargo, no tienen lo que desean porque no se lo piden a Dios. Aun cuando se lo piden, tampoco lo reciben porque lo piden con malas intenciones: desean solamente lo que les dará placer. Santiago 4:2-3 NTV

Esto es muy importante. Ya habrás leído que en este ministerio enseñamos que cuando te deshaces de un hábito, necesitas sustituirlo por uno nuevo. Teniendo esto en mente, verás que en el siguiente pasaje, en el primer verso el apóstol Pablo urge al cristiano a no acercarse a la inmoralidad sexual, y en el segundo nos dice qué es lo que debe sustituir a la inmoralidad y a otros pecados:

Entre ustedes ni siquiera debe mencionarse la inmoralidad sexual, ni ninguna clase de impureza o de avaricia, porque eso no es propio del pueblo santo de Dios. Tampoco debe haber palabras indecentes, conversaciones necias ni chistes groseros, todo lo cual está fuera de lugar; haya más bien acción de gracias. Efesios 5:3-4 NVI

Dice al final “haya más bien acción de gracias”.

¿Qué es lo que debe sustituir a la envidia si estás luchando por rendir el pecado sexual a Cristo? La Biblia bien pudo decir “es fuerza de voluntad lo que necesitas para sustituir la inmoralidad sexual”.

Pero en vez de eso dice “es la acción de gracias lo que necesitas”.

Hagámoslo práctico. Lo primero que necesitas es una confesión de fe, arrepentirte del pecado y creer que puedes ser salvo sólo por Cristo. Pero en tu camino de santificación, en la lucha diaria contra el pecado, necesitarás la acción de gracias como arma. Considera empezar aquí:

 

Agradece por tu salvación

¿Hace cuánto no expresas a Dios gratitud porque ha puesto arrepentimiento en tu corazón o porque te ha comprado por un precio tan alto? No necesitas estar frente a la tentación para expresar esta gratitud.

 

Agradece por tu actual estado civil

Aun cuando estés en “el peor matrimonio” (¿o quizás debas cuestionar esa creencia?) seguramente hay muchas bendiciones que Dios aún te ha dado en tu relación. Hay actos de servicio, o aprendizaje valioso que ha quedado por una relación que terminó. Quizás tus problemas matrimoniales han sido el vehículo que te ha acercado de nuevo a Dios. Agradece por eso, y debilitarás el deseo sexual por alguien que no es tu cónyuge.

Agradece por tu soltería, aunque te parezca una maldición. Profundiza en tu Biblia en las bendiciones de ser soltero, y encontrarás muchos motivos de gratitud. Así evitarás descargar en la pornografía tu frustración por no tener pareja.

 

Agradece por tu propio cuerpo

La pornografía tiene el doloroso efecto de compararte con los actores o actrices que ves. Así empiezas a odiar algunas partes de tu propio cuerpo por considerarlas inferiores. Practica ser específico en agradecer a Dios por esas partes de tu cuerpo, incluyendo tus genitales.

Agradece por tus actuales circunstancias

Por las puertas que se han cerrado, por las oportunidades nuevas, las pruebas y las bendiciones. Agradece por la gente que te ama y la que no, la que ahora te acompaña y la que se fue.

Busca la manera de convertir esto en una práctica diaria.

Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría; canten salmos, himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón. Colosenses 3:16 NVI