Hemos escuchado que debemos huir del pecado como muchos personajes bíblicos lo hicieron. Sin embargo el apóstol Pablo es quien mejor lo explica en la Biblia a su amigo Timoteo. Le dice que huya del pecado en una forma específica. No se trata de huir en forma alocada, en cualquier dirección. Pablo le dice a Timoteo que corra alejandose del pecado, que corra acercándose a Cristo, y que corra junto con otros compañeros que lo ayuden. 3 formas de correr para huir de la tentación. Leamos juntos este pasaje:

Huye de las malas pasiones de la juventud, y esmérate en seguir la justicia, la fe, el amor y la paz, junto con los que invocan al Señor con un corazón limpio. 2 Timoteo 2:22 NVI

Analicemos las frases de este versículo, y las instrucciones específicas que da el apóstol Pablo:

 

1. Huir de

“Huye de las malas pasiones de la juventud”

El término “pasiones” se refiere a nuestras ansias, nuestras ganas, nuestros deseos carnales que “batallan contra el alma” (1 Pedro 2:11).  Esos deseos se apropian de nuestro cuerpo (Romanos 6:12), pero al profundizar en esa idea encontramos que estos deseos provienen de nuestro corazón pecador (Romanos 7:7). Cada cristiano tiene al Espíritu Santo que habita en él o ella, pero aún vive en un cuerpo mortal rodeado de tentaciones mundanas. Estas pasiones se oponen obstinadamente a nuestra restauración. Huir de las pasiones, significa correr alejándose de los estímulos internos. Piensa en tu tentación interna como una pequeña bestia que te demanda atención y comida. No la acaricies, no le tengas lástima. Déjalo allí abandonado para que muera de hambre mientras tú corres lejos.

Huir de las pasiones también significa correr de lo que nos tienta desde afuera, las imágenes sexuales y las personas que te ayudan a pecar. Eso puede ser en forma figurada, como poner un filtro de Internet que te impida acceder a esas imágenes. Pero también es correr en forma física y geográfica, poner mucha distancia entre tú y las personas y lugares que te ayudan a recaer.

 

2. Correr hacia

“… y esmérate en seguir la justicia, la fe, el amor y la paz”

No es suficiente sólo correr lejos.  ¿De qué sirve huir si sólo estamos corriendo sin llegar a ningún lugar? La Biblia ejemplifica como Moisés pudo soportar la tentación de pertenecer a este mundo porque tenía fija la mirada en un galardón que le esperaba (Hebreos 11:25-27). En Hebreos 12:1-2 el autor también nos anima a despojarnos de todo peso y pecado que nos asedia, y correr con perseverancia la carrera puestos los ojos en Cristo. El mismo Jesús nos instruye en Mateo 6:33 a buscar intencionalmente primero el Reino de Dios y su justicia. Siempre hay un lugar hacia donde correr cuando huimos del pecado. Busquemos siempre un enfoque: una mentalidad nueva, una generación restaurada, un nuevo estilo de vida. Cada cristiano y cristiana le pone nombre a ese “galardón” hacia lo cual está dirigiéndose mientras se aleja del pecado, pero ultimadamente, la meta es correr hacia Cristo.

 

3. Correr junto a

 “… junto con los que invocan al Señor con un corazón limpio.”

No solo debemos huir de la lujuria y correr hacia la visión de Dios para nuestras vidas. Debemos correr junto a nuestros hermanos y hermanas con la misma visión.  Todos debemos encontrar compañeros para este tramo del camino. Unirnos con personas que comparten nuestra fe y convicciones, aquellos que luchan al igual que nosotros por alcanzar santidad.

Estos amigos deben ser aquellos que “invoquen al Señor”, una expresión para aquellos que son salvos (Hechos 22:16; Romanos 10:13).  Se refiere a otros hombres y mujeres que también han clamado a Dios por el perdón de sus pecados con un corazón “puro” (genuino).

Correr con otros necesita intencionalidad.  No es suficiente con conocer a otros que profesan la fe cristiana.  Debemos tener verdaderos compañeros de viaje, aquellos que ciertamente nos ayuden a huir de las pasiones juveniles. Así podremos formar un corazón semejante al de Cristo. Santiago 5:16 y Hebreos 10:24-25 nos ofrecen una estructura de cómo debe ser este tipo de compañerismo de responsabilidad y rendición de cuentas. Desarrollar una buena relación de rendición de cuentas toma tiempo.  El fruto de la vida cristiana viene después de que se construye una verdadera amistad.

Si logramos integrar estas tres estrategias, podremos armar una mentalidad y un sistema de apoyo que nos fortalezcan en nuestra pureza personal.

Terminemos leyendo juntos otra vez este versículo:

Huye de las malas pasiones de la juventud, y esmérate en seguir la justicia, la fe, el amor y la paz, junto con los que invocan al Señor con un corazón limpio. 2 Timoteo 2:22 NVI

Comprométete a memorizarlo.  Repite este verso diariamente, deja que cuaje en tu mente. Aplica hoy mismo algo de lo que aquí leíste para dejar el pecado sexual.