El pecado sexual para una mujer se ilustra con la figura de una sombrilla. Externamente se ve como una conducta única, pero cubre debajo varias necesidades insatisfechas al mismo tiempo. Una mujer puede alimentar aún más su naturaleza pecaminosa con conductas sexuales. Algunas mujeres no buscan el placer sexual por el placer mismo, sino para calmar un dolor emocional.

Para que una mujer encuentre libertad del pecado, debe remover la sombrilla que cubre sus conductas y heridas, para sacarlas a luz. Estas conductas sexuales pueden ser de varios tipos. A continuación examinaremos ocho de ellas:

 

1. Adicción a las relaciones sentimentales

La mujer es en esencia relacional. Sin embargo, se vuelve adicta cuando no puede mantener ninguna relación estable con un hombre, y más bien sigue el ciclo de saltar de una relación a otra, a veces escalando en peligrosidad o teniendo varias relaciones a la vez con tal de llenar una necesidad o de provocarse el próximo “acelerón”, tal como sucede con la adicción a las sustancias. Una variante es volverse hacia otras mujeres (obsesión por una amiga) lo que puede confundirlas para experimentar el lesbianismo.

2. Adictas al romance mismo

Una mujer puede no ser adicta a estar en una relación, sino más bien al proceso previo de coqueteo y conquista. Cuando están a punto de formalizar la relación, se hacen para atrás, para empezar de nuevo el ciclo con otro hombre. También sucede a las mujeres que sólo se sienten felices dentro de una relación durante los momentos románticos. Se sienten plenas en una cena especial, cuando reciben regalos – pero no soportan la rutina que trae una relación real. Una mujer puede buscar así el próximo “acelerón” de su adicción provocando o pidiendo con manipulación el siguiente momento romántico, el próximo regalo, etc. Este puede ser el caso de la mujer que siempre parece estar saliendo con alguien pero nunca realmente logra estar en una relación.

3. Fantasías sexuales o románticas

Una mujer puede crear en su mente al “hombre perfecto” que en realidad no existe. Esa fantasía puede ser alimentada por los ideales que otras mujeres le comentan. También puede dejarse influenciar por la publicidad, por las películas románticas o por las telenovelas. El problema principal es que no puede tener una relación en la vida real porque ningún hombre se compara con sus fantasías. Algunas mujeres necesitan recurrir a esas imágenes durante el acto sexual con sus esposos. Puede parecer insignificante, sin embargo una fantasía puede robarle a una mujer el gozo de estar en una relación real. También puede ser el equivalente a Mateo 5:28, “si una mujer desea a otro hombre que no es su esposo, ya cometió con él adulterio en su corazón”.

4. Adicción a la pornografía y al cibersexo

Muchas mujeres que han crecido bajo la influencia del Internet son adictas a la pornografía más dura. Sin embargo una mujer puede preferir materiales menos “explícitos”, pero que causan el mismo efecto de lujuria. Algunos ejemplos incluyen el ver deportes o telenovelas por el mero acto de codiciar a los actores o jugadores. Otra conducta que tiene un tinte femenino es el cibersexo. Cuando mujer le añade el componente relacional a las imágenes pornográficas, resulta intercambiando estás imágenes de sí misma con otra persona. De allí el componente relacional, otras personas tienen que estar involucradas en el consumo.

Según la Dra. Jennifer Schneider el 80% de las relaciones conectadas por Internet llegan a conocerse en persona y una de cada tres mujeres tiene sexo durante la primera cita asumiendo que conoce bien a esta persona, que tienen una relación y sabe que esta “enamorada”.

5. Masturbación

Una mujer no necesita acompañar el acto con pornografía. Puede ser estimulada por sus propias fantasías, o por recuerdos románticos de una relación. Muchas mujeres no conocen el significado de la palabra masturbación y aún así lo practican, y les es difícil entender por qué el sexo sin una pareja es un pecado. Otras luchan con la culpa adicional de pensar que es una actividad que solo los hombres practican.

6. Exhibicionismo

El exhibicionismo en una mujer es aplaudido (culturalmente). Una mujer utiliza su cuerpo para llamar la atención, y puede ser adicta a la sensación de ser vista y deseada. Al final, causará problemas a su autoestima. Tarde o temprano una mujer identificará que ha sido utilizada como un objeto. Una mujer exhibicionista no expondrá su cuerpo desnudo abusivamente o violando la privacidad de alguien más. Lo hará de una manera muy elaborada, con ropa provocativa, para lograr las reacciones deseadas en un hombre, o para ser notada. Una mujer puede notar que su estado emocional y su autoestima dependen en su totalidad de las miradas y opiniones que reciba o que deje de recibir por su apariencia y por su cuerpo.

7. Adicción a comprar y vender sexo

Este término no solamente es utilizado para describir la prostitución. Hay mujeres que intercambian sexo para recibir algo a cambio (un favor, ropa, dinero para sostener una familia, etc.). Conocí de una chica que estaba luchando para dejar de tener sexo con su novio. Pero lo que más la deprimía era que después de cada recaída su novio le compraba un regalo muy costoso. Esta chica no podía dejar de pensar que ella le estaba vendiendo sexo y él se lo estaba pagando.

El problema radica en que la mujer se vuelve dependiente del sexo para obtener lo que desea. Otros ejemplos incluyen la mujer que se ve aorillada por su jefe a tener sexo. Es similar el caso de la mujer que sabe que su esposo está en pecado pero no lo confronta para no perder su estatus económico. Detrás de una historia de este tipo generalmente hay una historia de necesidad económica.

8. Desarrollar una adicción sexual por estar en una relación con un adicto al sexo

Según Bethesda Workshops de 15 a 20% de las mujeres que conviven con un esposo adicto al sexo, se convertirán en adictas también. Cuando una mujer adicta se involucra sentimentalmente con un hombre adicto, la relación resultará muy confusa. Ella puede verse tan involucrada en el ciclo emocional interminable de dolor y reconciliación, dejar de experimentar emociones sanas, y se vuelve adicta también a un estilo de vida pecaminoso. Una esposa que vive con un adicto también es extremadamente propensa a entrar en contacto con la pornografía. Puede así desarrollar su propia adicción. Recomendamos a las mujeres que nos piden ayuda porque su esposo está en pecado sexual, que se inscriban en nuestros programas también para recibir ayuda. Una mujer promiscua tiende a formar relaciones con otras que siguen el mismo estilo de vida, para validar sus decisiones.

¿Has identificado tú alguno de estos patrones o conductas en tu vida?