El dolor que viene con las consecuencias por el pecado sexual puede ser enorme. Por ejemplo, hay lectores acá cuyos hijos o cónyuge cortaron toda comunicación con ellos cuando su doble vida fue expuesta.
Hay otras personas que están luchando con enfermedades de las que se contagiaron en su actividad sexual. Otros contagiaron a su esposo o esposa.
Y algunos han perdido su puesto de liderazgo de una iglesia, o no encuentran empleo pues no hay quien los recomiende debido a que su reputación está destrozada.
Este dolor puede ser redimido y usado por Dios. Él nos concede el arrepentimiento y también los medios para ser perdonados. Sin embargo, el enemigo tiene una táctica para usar ese dolor para sus propios fines, de tal manera que no nos arrepintamos.
Satanás nos susurrará algo como “Dios no sabe lo que está haciendo, el dolor que experimentas es injusto. Hay otras personas que han hecho cosas peores que tú, y no tuvieron que pagar estas consecuencias. De hecho están mejor después de haber pecado.”
Una amiga me contaba sobre su compañera de trabajo, una chica que había sido sorprendida en adulterio con un hombre casado. El matrimonio de ese hombre había terminado en divorcio. Mientras tanto, esta chica consiguió un mejor empleo. En los primeros meses la empresa le compró un vehículo nuevo, y la envió en un crucero al Caribe como parte de sus actividades. Mi amiga me decía “No entiendo como Dios puede permitir esto. A mí me está tocando una vida tan dura después de quedar embarazada de mi novio. Sé que me equivoqué pero siento que Dios trata mejor a sus otros hijos, y a mí me ha olvidado.”
Hay muchísimas cosas que conversar sobre este tema con respecto a la soberanía de Dios y su justicia. Pero hoy quiero que nos concentremos un solo punto. Examinemos como Satanás corrompe nuestra mente con este engaño:
Primero, para que no hallemos arrepentimiento, el enemigo nos susurra que Dios no tiene poder sobre nuestro pecado. Para que no adquiramos la identidad de hijo o hija de Dios, insiste en que ese pecado será para siempre nuestra identidad: el homosexual, la adúltera, el promiscuo.
Luego insiste que esta identidad es tan grande, que debe ser el centro de justicia para medir a todas las personas. Empezamos a calificar las acciones de los demás, comparándolas lo que nosotros hicimos: “El pecado de ella es mayor que el mío, el pecado de él es menor que el mío…”
El siguiente paso en este engaño, consiste en comparar también consecuencias. Si ya hicimos de nuestro dolor el estándar para medir a otros, también los vamos a medir según las secuelas que nosotros estamos viviendo.
Por eso resultamos comparándonos con las consecuencias de los demás… y llenándonos de resentimiento cuando concluimos que no son lo suficientemente malas.
Hagamos una pausa ahora, para examinar cómo vencer este engaño.
Regresemos al momento en el que nos empezamos a desviar en la mentira del enemigo. La forma de enfrentar las consecuencias no debe ser a través de la comparación. La forma de enfrentar las secuelas del pecado con gallardía debe ser en arrepentimiento:
Porque así dice el Señor omnipotente, el Santo de Israel:
En el arrepentimiento y la calma está su salvación,
en la serenidad y la confianza está su fuerza,
¡pero ustedes no lo quieren reconocer!Isaías 30:15 NVI
La solución para calmar nuestro resentimiento está en botarnos a nosotros mismos del pedestal al que nos hemos subido. Necesitamos recordar que el centro del Evangelio es Cristo y no nosotros mismos.
Créeme que no soy ajeno a esta situación y no escribo para hacerte sentir peor. Sé lo que es estar peleando una batalla en dos frentes, por un lado con las consecuencias y por el otro con la propia arrogancia que impide el arrepentimiento.
Pero para encontrar libertad necesitamos reconocer con humildad que Dios es justo. Debemos aceptar que Él sí sabe cómo administrar el Universo, y nosotros no sabemos nada. La única paga para nuestro pecado es la muerte, y si no hemos sido consumidos, es sólo por bondad de Dios. Y que cada vez que juzgamos cuán apropiadas son o no son las consecuencias de los demás, sólo estamos evidenciando que necesitamos ser quebrados un poco más.
Si has estado luchando contra este resentimiento, te invito a considerar esta idea: Es necesario desplazar ya tu batalla del campo de lo que hiciste (tu pecado), y pelear desde lo que Dios ya terminó (el mensaje del Evangelio).
Dejemos de compararnos. Nuestra identidad está firmemente anclada en los logros de Cristo, no en nuestras percepciones de cómo debería ser la justicia. Nuestra victoria está en Su victoria, no en la cantidad de castigos que reciban los demás. Nosotros somos lo que Cristo ya hizo cuando nos perdonó. Esa es toda la verdad.
Yo no lo veo asi. tarde o temprano todos tendran sus consecuencias.
Lo que aveces no vemos es que le sucede a esas personas.
Lo que si creo es que la Iglesia como Institución no se preocupa tanto por sus miembros, hay muchos escondidos sentados en la Iglesia que la Iglesia misma no sabe quienes son o que quieren.
Hace unos Días atrás mi novia me preguntaba el porque le iba mejor a la gente que vivía en pescado que a los que buscan el bien, la mejor respuesta la encontré en el Salmo 73!
Y es que exactamente ese es el plan del diablo distraerte y engañarte para que vuelvas atrás y caigas en pecado
El artículo me recuerda que, la palabra humano viene en parte de “humus” en referencia a la tierra, polvo. Y que en el fondo nuestro Padre celestial, no es solo nuestro Señor o nuestro Padre (valga la redundancia), sino que también es Dios con todo poder, eternamente sabio, capaz de conocer todo mucho antes de que sucedan las cosas. Dios siempre sabe lo que hace y la lucha nuestra incluye confiar en Él incluso en esos casos que podemos ver.
Que el Señor nos ayude a confiar en Él a pesar de lo que veamos.
Muchas gracias por el artículo.
Saludos y bendiciones!
A veces es desesperante y angustioso cuando queremos ver la mano de Dios en contra del otro cuando vemos bendición…. Creo que cuando tenemos un corazón arrepentido y agradecidos por la Salvación que nos fue dada el enemigo no puede trabajar en nosotros nuevamente…. Aunque eso no es una verdad absoluta. Pues nuestra propia naturaleza es pecaminosa, el punto es que Dios es justo y da con justicia lo que merecemos…
Excelente nota. Creo a mi enteder que el arrepentimiento y el cambio de actitud hacen quesaques pasajes para la vida eterna cosa que aquellos a los que creemos «les va bien» no pasa, y lo digo desde mi realidad de convivir con unla ETS por mi vida promiscua en el pasado. Gracias LEC por la ayuda que me brindaron.
Muy buen articulo y si me ayudo mucho, me siento identificada,
Gracias
Bendiciones
¡Wow! Justo en estos días le preguntaba a Dios eso, conocí gente aún en la iglesia que vivían vidas de pecado sexual y luego las veía casadas, con trabajo, auto y casa. Y muchas veces pensé equivocadamente como en el artículo. Y ahora pasando por um mento difícil en mi vida, esos pensamientos quisieron instalarse, pero justo llegó este artículo. Ha sido de gran edificación para mi vida leerlo.
Gracias Ernesto. Esta palabra llega de manera oportuna a mi vida. He estado entrampado en el engaño de satanas, quien utiliza constantemente a personas que amo para recordarme que sigo siendo el mismo infiel que fuí aunque ello ya no es mi realidad, debo de aceptar mi identidad de hijo de Dios para vivir como tal.
En quietud, reposo y arrepentimiento debo de aceptar la disciplina de Dios, ya suficiente tengo con su gracia que sana y libera. Casi toda mi vida la pase en el pecado sexual y aunque hoy hay consecuencias dolorosas debo de aceptar que Dios sabe lo que hacd, las consecuencias son mi responsabilidad pero tengo fe que Dios transformara mi maldición en bendición cuando por fin lo vea cara a cara.
Muy bonito. En mi caso, y creo que mi peor error, es exactamente creer que Dios ya no volverá a usarme ni nuestra relación volverá a ser como antes. He intentado volver a estar cerca pero no….. Siempre lo veo lejos y me rindo, vuelvo a caer en algún pecado, me decepciono de mi misma y ya no quiero buscarlo. Siento que Dios es especial con todos pero no conmigo.
Excelente Nota! Considero que el plan del enemigo fue desde el Genésis y es en estos
Tiempos Alejarnos de Nuestro Padre, por lo tanto implanta este tipo de pensamientos negativos en nuestra mente y corazón, y esto hace que nos alejemos de Dios, y a efecto de La libertad pecaminosa toma control en nosotros, porque la envidia, el Odio y la tristeza no provienen de Dios…
Creo que es verdad, es algo que nos sucede, ver como los demás “no sufren las consecuencias”. Dios siempre nos está llamando la atención para volvernos de nuestros malos caminos, si es necesario, nos disciplina y nos hace sentir su justicia. Pero siempre que volvemos, nos encontramos con su gracia y su perdón. El tema de las consecuencias van por otro lado… hay acciones que nos traen consecuencias y algunas de esas no nos son quitadas por Dios, pero tampoco es justo que acusemos a Dios por ello, las consecuencias del pecado son seriamente advertidas por Dios a lo largo de toda su palabra