Un aspecto difícil en la restauración después de vivir la infidelidad de la pareja, es soltar el control. Cuando descubres que tu esposo ha cometido pecado sexual, la reacción inmediata es querer tener control de aquello que se fue de las manos. Es una reacción que busca proteger tu corazón de ser lastimado nuevamente.
Si bien es cierto, el controlar a la pareja es una reacción que toda mujer que vive infidelidad experimenta, también es una reacción que debemos soltar para que tu corazón pueda sanar. Debes saber que el control que has tratado de tener no es real. Es decir, si no pudiste controlar que tu esposo fuera infiel, tampoco puedes controlar que no vuelva a serlo o que su corazón sea realmente restaurado. No se puede.
El control sólo te lastima y deja en descubierto la incapacidad que tenemos para hacer que las cosas pasen o dejen de pasar. Es decir, no tenemos el poder de controlar a nadie.
Piensa por un momento, ¿has estado tratando de controlar a tu esposo? ¿De qué forma? Te listo algunos ejemplos:
- Lo llamas cada 5 minutos para saber dónde está (esto se puede disfrazar con la excusa de que lo llamas para hablar sobre una situación “urgente” con tus hijos).
- Revisas su perfil de todas las redes sociales que él tenga (revisas también el perfil de sus amigos, pueda ser que encuentres evidencia allí también).
- Examinas exhaustivamente su ropa para ver si encuentras algo “anormal”.
- Inspeccionas tu WhatsApp seguido para ver si él está en línea (y si es así, tratas de averiguar con quién está hablando).
Podría darte algunos otros ejemplos pero estoy casi segura que te has identificado con más de alguno de los que listé. Lo cierto es que, este comportamiento te convierte en la “madre” de tu esposo. Lo que realmente debes buscar es en ser su esposa y no funcionar con otro papel que no te corresponde.
Puedes estar pensando… ¿entonces cómo voy a saber si me engaña o no? ¿Cómo voy a saber si está buscando ayuda o no? Aquí tienes otra verdad: Dios no necesita tu ayuda para trabajar en la vida de tu esposo.
Te ilustro este principio con un pasaje bíblico. Jesús está a punto de ser arrestado por lo judíos (puedes leer la historia completa en Juan 18). Jesús estaba orando junto con algunos discípulos, entre ellos Pedro. Esto sucede justo cuando los soltados toman a Jesús:
Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la sacó y le cortó la oreja derecha a uno llamado Malco, que era criado del sumo sacerdote. Juan 18:10 DDH
Es interesante que un discípulo de Jesús cargara una espada, ¿cierto? Me hace pensar en la posición que a veces tomamos ante una situación difícil como la infidelidad: tener nuestra “arma” escondida lista para ser usada.
Pedro en su afán de proteger a Jesús y de “controlar” la situación difícil, corta la oreja de un hombre llamado Malco. Esta ilustración es tan similar a nuestra vida. Tratamos por medio de nuestro esfuerzo físico, mental y emocional de controlar la situación. Y el resultado también es similar al de la historia; las personas a nuestro alrededor terminan lastimas (incluyendo nosotras).
Jesús le dijo a Pedro:
—Vuelve a poner la espada en su lugar. Si el Padre me da a beber este trago amargo, ¿acaso no habré de beberlo? Juan 18:10-11 DDH
La verdad es que el único que tiene poder para controlar las situaciones difíciles es Dios. Observa que hasta Jesús se sometió a la voluntad del Padre. Era difícil lo que le esperaba, pero sabía que la voluntad del Padre siempre es: buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2).
La mejor opción es que le dejes el control al Padre, Él mantuvo en control la vida de Jesús mientras estuvo aquí en la tierra. Aun cuando parecía que perdía Su soberanía dejando que su hijo muriera en una cruz… al tercer día lo levantó de los muertos para sentarlo a Su diestra.
No hay nada que se escape de las manos de Dios, incluyendo tu vida, tu matrimonio y la vida de tu esposo.
Deja el control y empieza el camino de la restauración. Al dejar de observar la vida de otros, empezarás a observar tu propia vida. Sólo de esta forma puedes sanar tu corazón; observando dentro de tu interior.
Toma un momento para estar a solas. Escribe un listado de todo lo que has hecho para controlar a tu pareja. Luego, llévaselo a Dios en oración. Al Dios que levantó a Jesús de los muertos, al Dios que puede restaurar tu corazón y darte libertad del dolor y la duda.
Si necesitas ayuda para restaurar tu vida después de la infidelidad de tu pareja, escribe a [email protected]
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