Quisiera que pensáramos en la relación entre tus hábitos sexuales pecaminosos, y el daño de tu personalidad. Quizás tienes alguna sospecha de que la profunda ira que mantienes, o tu tendencia a aislarte, han sido provocadas por ocultar tus hábitos sexuales. Yo quiero comentarte un ejemplo de cómo mi personalidad se dañó a causa del abuso sexual: Mi vida ha estado marcada por los ataques de ansiedad. Quiero explicarte cómo yo fallé en repararme a mí mismo y cómo aprendí que sólo Cristo podía salvarme.

Antes de continuar, recuerda que uso ejemplos propios porque es lo que conozco, pero esta nota no es acerca de mi persona, sino de nuestra necesidad común de un Salvador. Usa esta historia sólo para encontrar puntos en común en tu necesidad.

Esta ansiedad es un monstruo que me ha costado mucho comprender en los últimos años, y ha sido un trastorno desde los 18 años aproximadamente. Me refiero a trastorno de ansiedad como una enfermedad observable y diagnosticada. Esta enfermedad se manifiesta en forma de ataques muy severos. Durante la década pasada estos ataques podían dejarme un día entero sin poder funcionar. Es un estado que va más allá de lo que llamamos “sentirse nervioso”, por ejemplo. Para mí eran episodios con síntomas físicos y una angustia profunda, que agravaba el sentimiento de vergüenza y la depresión en mi vida.

Hasta hace muy pocos años busqué hacer algo para vencerlo. Adquirí libros y programas seculares para aprender a manejar y comprender esta enfermedad. Descubrí que tal ansiedad es resultada del abuso sexual, y de manejar mucha culpa en mi vida. Los años en los que oculté mi consumo de pornografía, agravaron aún más la culpa y la ansiedad. Cargar con estos secretos me estaba enfermando.

Para atravesar estas crisis aprendí muchas técnicas de introspección. Aprendí a buscar los recursos que estaban dentro de mí mismo para vencerlo, y puse mi esperanza en ello. Encontré que era útil hacer un análisis después de cada ataque. Me acostumbre a hacer afirmaciones, a meditar en mi propia paz, a hacer ejercicios de respiración… todo centrado en mí mismo. Eso me trajo un poco de esperanza, pero pronto se convirtió en otro ídolo que empecé a levantar en mi vida. En vez de confiar en que Dios podía conducirme por el camino de la sanidad y proveyendo recursos que podían ayudarme, empecé a enorgullecerme de mis propias habilidades.

Ojalá pudiera decir que toda esa introspección y confianza en mí mismo sirvieron para algo. Después de varios años tuve que aceptar que los programas de auto-mejoramiento no me estaban sanando. La razón es que estos programas estaban tomando el lugar único de Cristo en mi vida. Yo nunca había experimentado el poder de la salvación, y todas las riquezas en Cristo que vienen con mi nueva naturaleza. Cuando pude entender las implicaciones del evangelio sobre el daño en mi personalidad, mi vida empezó a cambiar.

En tiempos recientes he experimentado una paz verdadera en mi corazón y en mi mente, y poco a poco las crisis graves de ansiedad han disminuido. Estoy creyendo por primera vez que mi vida antigua ha quedado atrás por medio de la cruz, y eso ha ahuyentado a la culpa. Ahora que la sensación de culpa se está yendo, disminuye la profunda ansiedad que ésta provocaba.

He aprendido que solamente en Cristo tengo las habilidades que necesito para enfrentar la vida diaria en paz. Ahora puedo enfrentar el futuro sin caer en ansiedad. He podido afirmar que mi cuerpo no está marcado por el abuso sino por la obra maravillosa del Señor. Eso ha disminuido también las sensaciones de estar “sucio” o “dañado”, sensaciones que disparaban una crisis de ansiedad. Solamente en Su Palabra he encontrado la paz que no encontré por muchos años en los programas que me animaban a confiar en mis propias fuerzas y mis propios recursos psicológicos:

Confía en el Señor con todo tu corazón;
no dependas de tu propio entendimiento.
Busca su voluntad en todo lo que hagas,
y él te mostrará cuál camino tomar.

Proverbios 3:5-6 NTV

Es de necios confiar en el propio corazón;
el que camina sabiamente saldrá bien librado.

Proverbios 28: 26 RVC

¿En qué áreas de tu vida has confiado más en tus propios recursos, habilidades y fuerzas? ¿Te está funcionando de manera permanente para dejar el pecado sexual? Comenta.