Para sanar de la adicción a las relaciones (puedes hacer clic en este enlace para comprender el significado de este término), es importante saber cómo relacionarte de manera sana con las personas que tienes a tu alrededor y contigo misma.

Si bien es cierto, tu conducta sexual está enfocada en el sexo opuesto; debes saber que un hombre no es el único que puede llenar tu corazón. Cualquier persona puede validar tu vida, especialmente las personas que te aman.

Lo más seguro es que por no encontrar esa validación en tu círculo primario de apoyo (tu familia), es que has necesitado recurrir a otras personas.

Por lo tanto, es necesario que aprendas a dar y a recibir amor de forma correcta. Es necesario aprender a ser vulnerable con tus relaciones cercanas y a tener intimidad relacional para sentirte plena y satisfecha. El ser humano fue creado para vivir en comunidad, no podemos vivir solos.

 Después, el Señor Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo. Haré una ayuda ideal para él. Génesis 2:18 NTV

Vamos a iniciar con la relación más significativa que debes sanar aquí en la tierra: tú misma.

Ama a tu prójimo como a ti mismo. Mateo 22:29

Querida amiga, es imposible amar a los demás si no te amas primero a ti. Es imposible respetar las relaciones a tu alrededor si no respetas primero tu cuerpo, tu mente, espíritu, etc. No podremos relacionarnos sanamente con los demás sino tenemos una relación sana con nosotras mismas.

Quiero ser honesta y vulnerable contigo. Esta parte ha sido la más difícil de trabajar en mi propio proceso de restauración.

Crecí sin ninguna guianza de lo que significa ser mujer. Ya sabes, esas cosas peculiares que la mayoría de mujeres tienen: interés por arreglarse el cabello, deseo de verse atractivas al momento de vestirse. Preocupación por mantenerse en un buen estado físico. Usar maquillaje, accesorios, etc.

Al inicio, me resistía por completo a trabajar esta parte de mí. Estaba segura que Dios me había configurado diferente; me sentía cómoda con tenis y sin prestarle mayor atención a mi cabello. Mientras más cómoda era la vestimenta mejor.

Sin embargo, Dios cambió mi mentalidad cuando descubrí este pasaje:

Te vestí con ropas costosas de lino fino y de seda con bordados hermosos, y te calcé con sandalias de cuero de cabra de la mejor calidad. Te di joyas preciosas, pulseras y hermosos collares, un anillo para la nariz, aretes para las orejas y una hermosa corona para la cabeza. Así quedaste adornada con oro y plata. Tus ropas eran de lino fino y telas costosas con bordados hermosos. Comiste los mejores alimentos —harina selecta, miel y aceite de oliva— y te pusiste más hermosa que nunca. Parecías una reina ¡y lo eras! Tu fama pronto se extendió por todo el mundo a causa de tu belleza. Te vestí de mi esplendor y perfeccioné tu belleza, dice el Señor Soberano. Ezequiel 16:10-14 NTV

Dios está interesado en tu exterior, en el cuidado personal, en que te veas bien, en que estés saludable, etc. Su interés radica en que tu exterior será un reflejo de tu interior. Lee nuevamente el pasaje y presta atención a que es Dios mismo el que está vistiendo y adornado a esta joven mujer. Es Dios quien da la belleza a partir de un corazón dispuesto a sanar su interior.

Te comparto otro extracto del pasaje de Ezequiel 16, son los versículos anteriores que reflejan cómo se encontraba la joven mujer antes de su encuentro con Dios:

El día en que naciste, nadie se preocupó por ti. No te cortaron el cordón umbilical ni te lavaron ni te frotaron con sal ni te envolvieron en pañales. Nadie puso el más mínimo interés en ti; nadie tuvo compasión de ti ni te cuidó. El día de tu nacimiento, no fuiste deseada; te arrojaron en el campo y te abandonaron para que murieras. Sin embargo, llegué yo y te vi ahí, pataleando indefensa en tu propia sangre. Mientras estabas allí tirada dije: ¡Vive!. Ezequiel 16:4-6 NTV

Amiga, la condición de tu corazón se reflejará en tu exterior. Quizá crees que esta nota no es para ti, te arreglas lo suficiente, te sientes femenina, tienes ropa linda y demás. Pero, ¿te amas a ti misma?

¿Las personas que están junto a ti te respetan? ¿O eres vulnerable a que cualquiera lastime tu corazón o destruya tu dignidad? ¿Te amas lo suficiente como para dejar de buscar amor en otras personas? ¿Te crees merecedora del amor y perdón de Dios? ¿Crees que tienes el valor suficiente como para tener un futuro esperanzador? ¿Necesitas perdonarte a ti misma?

Dios ha trabajado en mi corazón y doy gracias a Dios porque su obra se ve reflejada en mi exterior. En la forma como me veo pero también en el trato que recibo de otras personas. Entendí que mi exterior era sólo un reflejo de mi interior y Dios necesitaba sanar la relación que tenía conmigo misma.

No ha sido fácil, he llorado incontables veces durante el proceso y sé que el camino de la restauración de esta área en específico aún continúa. Pero también sé que no soy la misma; vivo cada día pensando en que tengo la oportunidad de reflejar la obra de Dios en mi vida y eso es lo que quiero transmitirte.

Hay oportunidad para sanar tu vida. Empieza hoy mismo haciendo lo necesario para hacer las paces contigo misma.