La Biblia nos da la promesa de sanidad cuando confesamos nuestro pecado a otros. La confesión trae sanidad interior y sanidad en tus relaciones. Esta es una de las herramientas que componen nuestros programas para dejar el pecado sexual. Cada principio que apliques es una forma de aplicar la Gracia de Dios en tu vida.

Esta gracia significa muchas cosas. Representa el poder específico para vencer el pecado. Gracia también es el amor inmerecido que Dios nos tiene, y que podemos mostrar a otros. Es por ese amor que hacemos una confesión de nuestro pecado, por el amor que tenemos por nuestra familia y amigos, por buscar sanar la relación con ellos.

 Dado que Dios los eligió para que sean su pueblo santo y amado por él, ustedes tienen que vestirse de tierna compasión, bondad, humildad, gentileza y paciencia. Sean comprensivos con las faltas de los demás y perdonen a todo el que los ofenda. Recuerden que el Señor los perdonó a ustedes, así que ustedes deben perdonar a otros. Colosenses 3:12-13 NTV

Pero gracia también significa justicia de Dios. El carácter de Dios es tanto amoroso como justo. Su amor demanda que el pecado siempre tenga un pago – que Cristo ya llevó en la cruz.

Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios. 2 Corintios 5:21 NVI

Sin embargo el perdón de Dios no elimina las consecuencias del pecado contra otros. Por eso tu confesión probablemente desatará cierto desorden. Es una forma en la que Dios desenvuelve su justicia sobre tu vida y forma tu carácter.

Si decides confesar tu pecado a tu cónyuge, puedes encontrar su respuesta muy severa. Podría pedirte que duermas en la sala, podría gritarte y reclamarte. Quizás no te hable por varios días. Allí podrías frustrarte y preguntar “¡Pero si hice lo que dice la Biblia! ¡Pedí perdón! ¡Ya no tengo secretos! ¿No debería mostrarme más gracia? ¿Por qué no me perdona si ya le dije todo lo que hice?”

Algunos adultos solteros descubren que sus padres responden a su confesión con medidas de control, como no salir de casa en las noches. Algunos padres reaccionan deprimiéndose, culpándose a sí mismos o entre ellos por lo que acaban de escuchar.

Es ingenuo pensar que una confesión es un arreglo rápido de una situación profunda. En vez de eso, necesitas aceptar que la confesión es el primer paso para una solución, pero no es la solución en sí misma.

Recuerda que les estás contando tu pecado a otros pecadores. Lo más fácil que todos hacemos es reaccionar con más pecado. Por eso puedes recibir vergüenza, enojo, crítica o desprecio de parte de tu la gente que amas. Su reacción puede ser incluso desproporcionada con el pecado que cometiste.

Pero ten presente también que la gente que te ama puede estar dispuesta a perdonar, pero necesita tiempo para procesarlo. Si son gente que ama al Señor, seguramente están luchando contra su propia naturaleza, con tal de darte una respuesta bíblica. E incluso si tus seres queridos no conocen de Cristo o de la Biblia, probablemente están buscando la mejor respuesta para mostrarte amor.

Trata por favor de ver más allá de la reacción inicial. En vez de reaccionar tú a la vez a su reacción, ve preparado para mantenerte calmado y darles tiempo para que la confesión se asiente. Ofrecerte perdón y esperanza puede ser para ellos tan duro como lo es para ti confesar tu pecado.

¡Si tus papás reaccionan con un enojo pecaminoso, confía en Dios! ¡Si tu cónyuge cae en desesperación, confía en Dios! En vez de reaccionar y responder culpándolos, ponte en sus zapatos. Mira su shock, su ira y sus heridas como otro reflejo de la seriedad de tu pecado y las profundas heridas que causó el pecado en tu familia. La sensación de que la vida empieza a ordenarse al fin puede ser dolorosa, pero Dios actúa muchas veces en planos que no podemos ver.

Sin importar la respuesta, pide a Dios la gracia para manejarlo. Habla con tu mentor, con tu consejero o la persona que te esté ayudando, y prepara un plan. Después de confesar, comprende que no es tu trabajo resolver todas las posibilidades, planificar para toda contingencia, y preocuparte por las reacciones de todos. Ora mucho y busca consejo sabio para hacer esto. Tu trabajo es simplemente ser fiel y hacer lo que sea más apegado a las Escrituras. Confiesa con una disposición para aceptar las consecuencias y para trabajar a largo plazo en la restauración. Recuerda que Dios trabajará en tu vida en las expresiones de amor y perdón que recibas, y también en las consecuencias que experimentes. ¡Confía en Él!