Inicié con mi proceso de sanidad y restauración hace aproximadamente 7 años.

Recuerdo muy bien que los primeros meses de libertad del pecado sexual fueron increíbles. Experimentar la libertad en Cristo es lo mejor que me había pasado.

Completé el programa de 60 días de este ministerio. Durante ese tiempo aprendí herramientas para dejar el pecado. Pude formar nuevos hábitos que me ayudarían a permanecer en libertad.

Sin embargo, tuve que reconocer que el proceso no había concluido. El proceso no ha terminado y posiblemente no terminará nunca. El pecado había corrompido mi mente, mi corazón, y mi forma de relacionarme con las personas. Se había corrompido mi forma de actuar y tomar decisiones, la visión que tenía de la vida, mi identidad y muchas cosas más. Desde entonces me he sometido a varios procesos de sanidad para seguir avanzando y descubriendo la verdadera mujer que Dios diseñó.

Recuerdo tres eventos de mi vida que me hicieron comprender que debía seguir pidiendo ayuda.

El primer evento me hizo entender que debía sanar y perdonar a las relaciones sentimentales. Inesperadamente me encontré a un conocido de mi adolescencia que me dañó mucho en esta área. No fue fácil, tuve que revivir dolores del pasado que ni siquiera recordaba, tuve que enfrentar recuerdos, heridas y demás.

El segundo evento que recuerdo es haberme enfrentado con un hombre parecido al carácter de mi padre. Ese incidente revivió el miedo que sentía de niña. Eso empezó un proceso de aprender y re-aprender sobre el género masculino y la forma en la que Dios me diseñó para relacionarme con el sexo opuesto.

Y el tercer evento ha sido muy reciente, estaba muy segura y confiada con las relaciones de amistad que tenía. Estaba en mi zona de confort. Dios quebró esa zona de comodidad y de la noche a la mañana me encontré sola y sintiendo que no tenía conocimiento alguno de cómo construir amistades sanas.

Generalmente, cuando Dios me muestra que debo sanar algo, mi pensamiento es: “¿Hasta cuándo vas a dejar de trabajar en mi vida? ¿Cuándo se acabarán las heridas que descubrir?” Lo más difícil ha sido reconocer la responsabilidad que tengo delante de Dios para sanar y dejarme moldear por Él. Reconocer mi pecado fue relativamente fácil, pero reconocer que debo pedir ayuda por eventos que otras personas hicieron… nunca será sencillo. Tampoco es sencillo reconocer que mi pecado aún tiene consecuencias en mi carácter; Dios me  perdonó pero es mi responsabilidad enfrentar las consecuencias.

Quiero compartirte este pasaje del libro de Esdras. Continuamos así con el estudio que te he compartido sobre lo que aprendo en este libro de la Biblia:

Así los dirigentes judíos pudieron continuar los trabajos de reconstrucción, de acuerdo con lo dicho por los profetas Hageo y Zacarías, hijo de Idó. Y la reconstrucción se terminó conforme a lo ordenado por el Dios de Israel, y según las órdenes de Ciro, Darío y Artajerjes, reyes de Persia. El templo quedó terminado el día tres del mes de Adar, del año seis del gobierno de Darío, rey de Persia. Esdras 6:14-15 NTV

Estos versículos llamaron mi atención así que decidí investigar cuánto tiempo duró la reconstrucción del templo. El descubrimiento fue realmente impactante… 20 años después que se iniciara el proyecto, se terminó la construcción. ¡20 años! También me llamó la atención que el templo original se construyó en 7 años únicamente. Sin duda, levantar tu vida después del pecado significa un mayor esfuerzo de tiempo, recursos, etc. ¿Lo has considerado?

Quiero que consideres la reconstrucción de tu vida después del pecado sexual como un proceso que no puede concluirse en un período de tiempo corto. No es lo mismo tu antigua vida sin conocer el pecado sexual, que una vida después de dejar el pecado sexual. La reconstrucción costará hasta el triple de esfuerzo. (7 años para construir el primer templo, 20 para reconstruirlo… el tiempo es casi 3 veces mayor).

“Y la reconstrucción se terminó conforme a lo ordenado por el Dios de Israel”. Si ya iniciaste un proceso de restauración, puedes tener la seguridad que Dios terminará la obra en si continuas construyendo hasta que ésta se concluya. ¡Imagina que los Israelitas hubieran bajado la guardia o se hubieran desanimado dejando el trabajo a medias! Ellos tenían la promesa de Dios que ese templo sería levantado nuevamente.  Así que quiero dejarte meditando en una promesa de restauración:

“Sin embargo, les daré salud y los curaré; los sanaré y haré que disfruten de abundante paz y seguridad. Cambiaré la suerte de Judá y de Israel, y los reconstruiré como al principio. Los purificaré de todas las iniquidades que cometieron contra mí; les perdonaré todos los pecados con que se rebelaron contra mí. Jerusalén será para mí motivo de gozo, y de alabanza y de gloria a la vista de todas las naciones de la tierra. Se enterarán de todo el bien que yo le hago, y temerán y temblarán por todo el bienestar y toda la paz que yo le ofrezco.” Jeremías 33:6-9 NVI

¡Sigue adelante! Con la mirada en siempre puesta en el Autor y Consumador de la fe. Y si aún no has pedido ayuda para ser libre del pecado sexual, no pierdas este día para hacerlo.