Mis compañeros mentores y yo estamos leyendo el libro REDENCIÓN, de Matt Chandler y Michael Snetzer. Una de las premisas del libro es que seguimos esclavizados al pecado porque recurrimos a nuestros salvadores favoritos – cosas, actividades o personas que nos prometen ayuda, pero que fracasan porque no tienen el poder de Cristo, el único Salvador verdadero. Entre esos salvadores, esperamos que nuestra pareja sentimental nos haga tan felices que no necesitemos más del pecado sexual.

Hay muchas formas en las que podemos experimentar ésta idolatría. Mira como nuestras excusas para cometer pecado sexual tienen que ver con la presencia o ausencia de una pareja en nuestra vida:

  • Si tuviera una novia no me sentiría tan solo y no tendría por qué pagar por sexo.
  • Cuando me case, voy a tener con quien desahogar mi deseo y entonces podré dejar la masturbación.
  • Sólo si mi esposa cambia su carácter, voy a dejar de buscar a otras mujeres que sí me tratan bien.
  • Cuando me separe de la mujer con la que vivo, voy a ser feliz.
  • Ahora que estoy separado de mi mujer, necesito tener relaciones sexuales para obtener lo que ella ya no me da.
  • Cuando mi esposa firme los papeles de divorcio, voy a experimentar al fin la libertad.
  • Desde que me divorcié, no puedo dejar de tener relaciones sexuales, pues pasé tantos años teniéndolas en el matrimonio, y por eso no puedo regresar a la abstinencia. No soy un niño.
  • Cuando logre casarme de nuevo, sabré que al fin habré llegó la restauración a mi vida.

¿Lo ves? Siempre hay alguien más a quien hacemos responsable por nuestro pecado sexual. Un salvador o salvadora que aún no ha venido a darnos amor de pareja, y por eso seguimos atados. Cuando esa persona “correcta” aparezca (o desaparezca), entonces seremos “salvos” del pecado.

Así nos ha sucedido a quienes hemos vivido una relación pecaminosa. Usualmente hemos creído esta mentira: “Esta relación lo va a arreglar todo en mi vida y me va a arreglar a mí”.

Como dicen los autores, estas conexiones e intimidad que desarrollamos con otras personas, reales o imaginarias, tienen como trasfondo la desesperación por llenar nuestras necesidades. Lee el siguiente párrafo del libro REDENCIÓN:

“Hasta los síntomas pecaminosos como el adulterio, la pornografía y la homosexualidad, son solo las respuestas pervertidas de un hombre o una mujer que percibe que su compañero(a) debería satisfacer todas sus necesidades y se siente obligado(a) a buscarlas por conductos ilícitos, cuando esas necesidades no se satisfacen como él o ella esperan.”

Todos vamos a luchar ya fracasar siempre que hagamos de la persona que lleva nuestro anillo de bodas un dios del que esperamos que nos complete… por estas mismas razones:

Los hombres son dioses terribles.

Las mujeres son diosas terribles.

Los hijos son dioses terribles e impíos.

Recientemente escuché una frase que me impresionó: “Toda persona que convertimos en un dios, de inmediato se vuelve nuestro demonio”.

Esta es la forma de corromper las relaciones con amigos, compañeros de trabajo, jefes, esposos y esposas, novios y novias. Siempre que busquemos a otra persona para que llene las grietas y fisuras del corazón, nos alejamos de la satisfacción verdadera, pero también del placer y el gozo verdadero. Por el contrario, confiar en que alguien más nos salvará es caminar derecho hacia el conflicto, el caos y el desorden, multiplicados por el dolor de un corazón y una relación rotos.

Estas relaciones se corrompen y terminan porque al poner la expectativa de nuestra salvación y felicidad en otros, les ponemos un peso imposible para el que nunca fueron creados o equipados para llevar. Es hacerles la vida desgraciada a todos.

Por algo nuestro Dios es tan celoso de recordarnos que no hay salvación en nadie más sino en El:

Antes de mí no hubo ningún otro dios, ni habrá ninguno después de mí. Yo, yo soy el Señor, fuera de mí no hay ningún otro salvador. Isaias 43:10-11 NTV

 Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, quien dio su vida como rescate por todos. 1 Timoteo 2:5-6 NBD

¿Te han roto el corazón porque esperabas que una pareja te rescatara? A mí sí. He estado en varios escenarios de los que describí.

¿Necesitas regresar a Cristo y poner tu confianza solamente en Él para hacerte libre? Yo también, cada día de mi vida.

Agradezco a Dios por el privilegio que nos da de apoyarte en el camino de la pureza. Oro por tu vida en este momento, antes de terminar de escribir.

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