Varias personas que han tomado nuestros cursos para superar la infidelidad de su pareja, han sido abandonadas por otros creyentes cuando pidieron ayuda. En algunos casos prefirieron proteger al cónyuge infiel en vez de confrontarlo. En otros los culparon por el pecado de su pareja, o los aislaron sutilmente.

Un reportero una vez preguntó al pacifista hindú Mahatma Gandhi cuál era el mayor obstáculo para el avance de la iglesia cristiana en la India. Su respuesta fue “los cristianos”. Esto no es nada nuevo. La Biblia misma nos muestra desde el Éxodo del pueblo de Israel hacia Canaán, hasta las cartas del apóstol Pablo, cómo los creyentes hacemos un pobre trabajo de representar a Cristo.

Debo advertir que al final de este artículo te invitaré a extender compasión a estas personas que te dieron la espalda. No nos hundiremos en el lodo de la crítica. Pero para considerar el perdón, podemos ser analíticos y examinar tres razones por las cuales estas personas quizás te abandonaron:

 

El crecimiento numérico fue más importante que el cuidado individual

Varias personas traicionadas han descubierto que si el cónyuge infiel o su amante son líderes en la congregación, la iglesia prefiere no confrontarlos. La razón es el temor de perder la célula, la “red” o el ministerio que estas personas dirigen. Esto no representa el amor que Cristo tiene por ti, ni lo que la Iglesia está llamada a ser. Mira cómo describió Jesús la importancia que tiene tu rescate:

 »¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le extravía una de ellas, ¿no dejará las noventa y nueve en las colinas para ir en busca de la extraviada? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se pondrá más feliz por esa sola oveja que por las noventa y nueve que no se extraviaron. Así también, el Padre de ustedes que está en el cielo no quiere que se pierda ninguno de estos pequeños. Mateo 18:12-14 NVI

 

No saben cómo relacionarse con gente herida

Habrá personas que se sientan “decepcionados” de ti y de tu cónyuge, o “traicionados” porque ustedes no los buscaron contarles todo. Otros formarán bandos, unos de tu lado y otros del lado de tu esposo o esposa. Habrá quienes te evadirán, en formas sutiles como “voy a estar orando por ti”, y nunca más los verás.

Estos son los que no saben qué hacer frente a tu vulnerabilidad. Quizás les recuerdas sus propios fallos, o simplemente no saben qué decirte. Es muy difícil manejar a alguien herido si no se tiene entrenamiento.

A veces estas crisis también son una bendición. Alejan a las personas cuya presencia solo hará más difícil tu restauración. Esto es en mi opinión muy positivo. Se quedarán contigo sólo los amigos que quieren ser tu núcleo de apoyo, un ejemplo poderoso de lo que significa ser iglesia. Prepárate para ver partir a los que pensabas que estarían contigo por siempre, y darles la bienvenida a los amigos incondicionales que jamás hubieras creído que se quedarían.

 

No llaman al pecado por su nombre

Quizás has estado en una congregación donde se habla de la conducta sexual inmoral como “errores”, o “deseos centrales insatisfechos”. Pero nadie menciona que la infidelidad es un pecado contra Dios. Esta distinción pesa cuando escucho a un hombre preguntar con dolor, “¿Por qué no encuentro en la iglesia a nadie que esté dispuesto a decirle a mi esposa que es pecado que tenga un amante?”

Cuando no usamos el lenguaje del pecado, tampoco está a nuestro alcance hablar de arrepentimiento, perdón, enmiendas y reconciliación. En la Biblia estos cuatro conceptos están amarrados con el reconocimiento del pecado.

Recuerda, esta gente no está representando a Dios. Al contrario, Dios está en contra de quienes tratan tu problema con superficialidades:

Ofrecen curas superficiales para la herida mortal de mi pueblo. Dan garantías de paz cuando no hay paz. Jeremías 6:14 NTV

Para ampliar el tema de por qué hablar de pecado es el camino para el perdón y la restauración, haz clic en este enlace.

 

¿Qué vas a hacer con esta gente?

Yo te pido que empieces el camino de perdonarlos. El rencor hacia ellos te hundirá más e incrementará el rencor que le tienes ya a tu pareja. Quienes te dieron la espalda son pecadores igual que tú y yo. Necesitan de Cristo tanto como tú y yo. Y siguen siendo parte del cuerpo de Cristo porque Su Sangre los compró y los hizo pertenecer al Cuerpo, igual que a ti y a mi.

Puedo asegurarte que cuando ellos experimenten una crisis similar tú serás de las primeras personas a las que acudan. ¿Qué vas a hacer entonces? ¿Darles la espalda para que sientan lo que sentiste? Te pido encarecidamente que les tengas compasión como Cristo la tiene contigo. No te vengues de ellos.

Recuerda siempre, tú no tienes un conflicto con la Iglesia, tú tienes un conflicto con personas individuales. Evita a toda costa desarrollar odio por la Iglesia como un todo. No dejes de congregarte bajo ninguna circunstancia. Si te apartas del cuerpo de Cristo durante la infidelidad de tu pareja, el enemigo te tendrá como presa fácil. Si necesitas cambiar de congregación, por favor hazlo. Las heridas sufridas te ayudarán a tener discernimiento para ponerte bajo la autoridad pastoral de quien sí pueda ayudarte, y de llegar a un lugar donde empieces a sanar.