Quizás has participado en una reunión para entregar cuentas que funciona así: Después de que el grupo empieza con una oración, José toma el primer turno. Los demás le preguntan a José como le fue en la última semana. Él hace una mueca de dolor. “Bueno amigos, la verdad no me fue tan bien. De hecho, vi pornografía dos veces durante la semana”. Todos le expresan cuanto lo lamentan y le prometen orar por él.

Ahora sigue Mario. Anticipando la pregunta, confiesa “Yo estoy igual que José en esta semana. Me siento horrible, vi pornografía cuatro veces en la semana”. De nuevo, hay una expresión de remordimiento a su alrededor. Todos se sienten mal por Daniel y se lo dicen. Prometen orar por él, y él sabe que lo harán.

Ahora es el turno de Fernando. Mientras José y Mario esperan para que empiece su reporte, Fernando rompe el silencio con una risa nerviosa. “Muchachos, no estoy mejor que ustedes. Tuve una buena semana, pero anoche me hundí y vi pornografía por casi una hora”. Los demás pueden ver que Fernando está especialmente desanimado y ponen sus manos alrededor de sus hombros para alentarlo. Le aseguran que no está sólo en la batalla y le recuerdan del pago que hizo Cristo por su pecado. Concluyen con una oración, animándose uno al otro a ser fuertes. Quedan de acuerdo para reunirse en el mismo horario la próxima semana.

¿Qué es lo que salió mal en esta reunión? Tristemente, esta conversación bien intencionada ilustra varios enfoques defectuosos acerca de la entrega de cuentas. Primero, este grupo de amigos está sólo reportando el pecado cometido en vez de pedir ayuda durante la batalla de la tentación que precede a la caída. En otras palabras, esperan el fin de la semana para comentar la pornografía que vieron en vez de llamar a sus compañeros durante la semana – cuando se sienten tentados y antes de pecar.

Muchas relaciones de entrega de cuentas sirven como oportunidad para una confesión retrasada de pecado. Necesitas cambiar este patrón si quieres ser libre, y empezara pedir ayuda a tus compañeros antes de caer. Puedes ver este patrón de pedir ayuda ANTES en el siguiente pasaje:

Por lo tanto, si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer. Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al género humano. Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, él les dará también una salida a fin de que puedan resistir. 1 CORINTIOS 10:13-14 NVI

Claramente, el apóstol Pablo muestra varios puntos: (1) ser tentado y caer en pecado son dos momentos diferentes, y el que ser tentado no necesariamente significa que haya un acto de pecado, (2) si es posible aguantar las tentaciones sin caer, (3) la batalla ocurre durante la tentación, no después de pecar, (4) Dios provee una salida antes de que uno caiga en pecado.

Llamar a un amigo para pedir ayuda ANTES de caer es el ejemplo perfecto de una salida que Dios provee. Describir el pecado cuando ya sucedió es útil como una manera de confesión a alguien más, pero el valor de la entrega de cuentas está en la fuerza de la comunidad.

Por último, considera que la Biblia nos llama a no ser pasivos cuando alguien nos pide ayuda en medio de su tentación. Simplemente escuchar no es una actividad de pelea contra un ataque fuerte de tentación. La Biblia nos enseña a hacer varias cosas por la persona que nos pide ayuda: orar después de escucharle (Stg. 5:16), corregir de forma inteligente (Col. 3:16), animarnos a usar música como un arma (Col 3:16),  ser honesto al responder pero con amor (Efesios 4:15), y llevar y acompañar al que es tentado a la cruz de Cristo para que dependa de Su ayuda y no de la nuestra.

Oro para que Dios te fortalezca para pedir ayuda la próxima vez que te sientas tentado, y no después de haber caído.