Estoy convencido de que las enseñanzas bíblicas sobre el matrimonio son para todos los cristianos, no sólo para los casados. Sin embargo como solteros las pasamos por alto, ya sea por miedo o desprecio.

Considera esta instrucción en la Biblia:

Tengan todos en alta estima el matrimonio y la fidelidad conyugal, porque Dios juzgará a los adúlteros y a todos los que cometen inmoralidades sexuales. Hebreos 13:4 NVI

El capítulo 13 de los Hebreos no es un texto para parejas. En diferentes versiones de la Biblia, el capítulo tiene títulos como “¿Cómo debe vivir el cristiano?”, o “Actitudes de la vida cristiana”. El capítulo completo toca principios de vida para el hombre y la mujer transformados por el evangelio: hospitalidad, dinero, liderazgo y matrimonio.

Por eso dice “tengan todos” en alta estima el matrimonio. Se refiere a toda persona nacida de nuevo. Hombres, mujeres, solteros y casados.

Mi trabajo actual de consejería es en su mayor parte con hombres adultos solteros y hombres divorciados. En esta práctica he visto que el desdén por el matrimonio puede ser combustible para el pecado sexual, ya sea para escoger vivir en unión libre, o para la infidelidad. El matrimonio es un chiste, o una prisión que hay que evitar. Todos estos argumentos sirven para excusar tener relaciones sexuales sin casarse, o para tenerlas afuera del matrimonio.

También escribo desde mi experiencia como hombre soltero en recuperación de la adicción sexual. Lucho contra las mentiras que creí sobre el matrimonio y el desdén que tenía por esta institución. Escribo primero para exhortarme a mí mismo a estudiar lo que la Biblia dice y luego para invitarte a identificar si también tienes una mentalidad que se aparta de la Biblia en este tema.

Partiremos desde este pasaje:

Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra, para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable. Efesios 5:25:27 NBD

Dios escogió representar al evangelio como un matrimonio. Envió a su hijo para rescatar a los pecadores y formar una iglesia, como una esposa. Pudo haber escogido una figura de la naturaleza, una parábola sobre el trabajo, para describir su relación con nosotros. Pero escogió el matrimonio. Si Dios le da tanta importancia, si lo considera la figura más perfecta, nosotros deberíamos hacer lo mismo.

Considera ahora las siguientes preguntas. Podemos decir en voz alta que deseamos casarnos, pero nuestras actitudes revelan algo muy diferente. Pregúntate si alguna de esas mentiras está enraizada en tu mente y alimenta tus “razones” para tener sexo sin estar casado:

¿Haces chistes o te burlas de tus amigos casados?

Hay bromas que tienen como propósito humillar a un amigo casado por no ser “libre” o por tener que “pedir permiso a su mujer”. Estos chistes alimentan la idea de que el matrimonio es un estado inferior de vida. Evalúa también si las comedias que ves en el cine, que retratan a la gente casada como desesperada o ridícula, concuerdan con el valor que Dios da al matrimonio.

¿Le huyes al matrimonio por tus experiencias previas?

Quizás tengas temor o desprecio del matrimonio porque te recuerda el matrimonio de tus padres. Quizás  te recuerda tu matrimonio anterior y tu doloroso divorcio. Pero el matrimonio no se define por lo que viviste, sino por lo que Dios dice que es. Cuando te ataquen los malos recuerdos, repite “lo que conocí no es la figura del matrimonio que Dios diseñó. Puedo hacerlo a la manera de Dios, y no repetir el patrón que conozco”. Esfuérzate en cambiar esta mentalidad.

¿No ves como problema tener una relación con una persona casada?

También los cristianos nos hemos acostumbrado a usar la expresión “tuvo una aventura” para describir la relación con una persona casada. No es una aventura. No es una medalla para presumir, o como decía alguien que conocí, “hacer currículum”. Acostumbrémonos de nuevo a respetar la institución del matrimonio de los demás como algo exclusivo que no se puede tocar, y a definir el pecado como Dios lo describe.

¿Te refieres al matrimonio como el final de tu vida?

Cuestiona cuando dices “quiero casarme cuando haya cumplido mis metas, cuando haya vivido la vida, entonces estaré listo para sentar cabeza”. El matrimonio no es el final de una buena vida. Es un buen estado de vida que Dios usará para nuestra santificación, para su propia gloria y beneficio de los demás.

¿Prefieres la unión libre porque es menos riesgosa que casarse?

En mi observación, este el estado que más se presta para cometer o sufrir una infidelidad, probablemente porque siempre está la válvula de escape para decir “cuando me canse de esto, solo salgo por la puerta y me voy”. La unión libre abre la puerta a las mayores heridas relacionales que hay.

¿Has pensado en casarte por las razones equivocadas?

Muchos solteros consideran el matrimonio porque “es lo que hay que hacer a esta edad”. Otros pensamos “es lo que toca hacer después de terminar la maestría”. Tratar el matrimonio como algo más en tu checklist de logros no es valorarlo – y seguramente te hará buscar un matrimonio sin realmente estar enamorado. Eso es una garantía de dolor, del tipo malo e innecesario de dolor.

¿Has creído alguna de estas mentiras? ¿Crees que esas mentiras alimentan tu pecado sexual? ¿Cómo lo estás combatiendo? Comenta.